viernes, 20 de agosto de 2010

EL PROBADOR - 2

La taza de café me ardía en la mano mientras observaba a la gente pasar  arriba y  abajo a través de la ventana de la cafetería. Yo mantenía absorta mi mirada en el ir y venir de la gente por la calle. La mañana estaba nublada, muy nublada, parecía como si de pronto fuera a avecinarse una gran tormenta. Era el mes de agosto y todo apuntaba a que íbamos a sufrir la primera tormenta veraniega. Un relámpago ilumino toda la alfombra de nubes oscuras que cubría el cielo. Gotas diminutas empezaron a caer vertiginosamente sobre el asfalto y como si del truco de un mago se tratara, la gente, en breves segundos, desapareció corriendo de la calle buscando refugio en portales y bares. Mi café iba menguando poco a poco al mismo ritmo que los minutos de mi descanso se iban terminando. Tenia que volver nuevamente a mi puesto pero, en mi cabeza, aun resonaba los gemidos del día anterior. No podía olvidarme de los gemidos de la cogida que le dio Juan a Marta y el espectáculo de Pamela. ¿Cómo iba a utilizar aquella información?


  Me acabe el café y me dirigí a mi puesto de trabajo. Al llegar allí mí encargado de tienda me dijo que debía de bajar al almacén general del sótano, que quería que encontrara unos catálogos del año pasado que le había pedido un cliente amigo suyo. Menuda cabronada ¿No podía bajar el? Tenia que buscar una jilipollez entre cajas y polvo para que el quedara bien con un cliente. Me mordí la lengua y me trague todo el veneno que podía haber soltado.

  Al bajar me di cuenta de que la puerta estaba abierta. Seguramente habría alguien también buscando alguna cosa o algunos operarios haciendo alguna chapuza. Me daba igual. Quería encontrar enseguida los catálogos y volver a mi puesto. Me adentre almacén adentro y me dirigí a la parte donde podría estar mi objetivo. Al torcer un pasillo, observe que la trampilla de un subsotano estaba abierta y había luz dentro. Me pico la curiosidad de saber quien era el pobre al que también habían obligado a bajar a ese “mundo perdido”. Me quede sorprendido nada mas bajar. No era un pobre pringado, si no una pobre pringada. Allí me encontré a Marta ordenando un sin fin de cajas, pobrecita mía…..

-         Vaya, vaya, que pequeño es el mundo Marta…

-         ¡Ah! Hola Carlos, no te había oído.

-         No me extraña, con la que tienes montada ahí ¿Qué es lo que haces?

-         Nada, nada importante, he bajado a ordenar esto un poco.

-         ¿Tu? ¿Y eso?

-         Nada, nada…., cosas, cosas que pasan,….

-         Ya, ……., por cierto, ayer no te volví a ver ¿Tardaste mucho en volver?

-         No, volví ala media hora pero ya te habías ido.

-         Si, me llamaron y tuve que volver a mi puesto, espero no te  importara mucho, me tuve que ir como a los quince minutos, me dieron un toque de mi planta.

-         No te preocupes, no pasa nada…..,

-         Claro que no, entre amigos no pasa nada.

-         Por cierto Carlos,”amigo mío”, podías echarme una mano, así acabaría un poco antes de este marrón.

-         Vale dime que quieres que haga.

-         Mira ponte a mi lado y ves colocando estas cajas en esa estantería roja.

      Me coloque a su lado y empecé a hacer lo que me dijo. El trabajo no era muy pesado pero, el calor que producían las luces de aquel sitio añadido a la intensa humedad que hacia, empezó a hacer mella en mi y me puse a sudar. Al quitarme la chaqueta me quede un momento absorto mirando su culo y pensando ¿Qué hago otra vez haciendo el tonto? Estamos los dos solos ¿y si lo intento?

 

Acerque mi mano hasta su culo acariciándolo suavemente. Ella se quedo inmóvil, sin moverse. Solo atino a hablarme…

 

-         Carlos, por favor, quita la mano de ahí.

-         ¿Por qué? Yo lo deseo ¿Acaso no te gusta “amiga mía”?

-         Juan, somos amigos, no quiero enfadarme contigo. Quita la mano de mi culo o si no…..

-         ¿ O si no que? ¿Vas a gritar por que te estoy acariciando el culo? No creo que nos escuche nadie. Además sabes que tienes un culo muy duro y bonito ¿No te gusta que te lo acaricien?

 

Se giro bruscamente y su mano “acaricio” mi cara con una tremenda bofetada. No sabía que era tan fuerte. Gracias a que me sujete a una estantería no me caí al suelo del todo. Dios, como me dolió, el golpe y mi hombría…

 

-         Te he dicho que quitaras la mano de mi culo, que coño pretendías ¡jilipollas!

-         Vale, perdona chica, perdona,…., me he dejado llevar, el calor, tu cuerpo, tus curvas, no se, se me ha ido la cabeza un poco.

-         Si la cabeza y la mano. Será mejor que te vayas Carlos y olvidemos esto, por favor, vete, ya acabare yo sola de ordenar esto.

-         Si, será lo mejor. Olvidémoslo todo. Anda, dame la mano y ayudame a levantarme.

 

Alargo su mano para ayudarme y fue su perdición. En vez de dejar que me ayudara tire con todas mis fuerzas de su cuerpo y, abrazándome  fuertemente a ella, la tumbe del todo en el suelo. Empezó a gritar y no me quedo más remedio que taparle la boca con una mano. Estábamos solos pero no podía arriesgarme.

 

-         Cállate, maldita sea, cállate y no chilles….

-         Mmmmmmm, ¡Socorr….!mmmmmm

-         Cállate y escúchame. No voy a hacerte daño ( en cierto modo no la mentía). Cállate y no grites ¿Acaso Juan te toca el culo mejor que yo?

 

Se quedo quieta, parada y blanca como el nácar. Sabía que yo sabía su secreto. Aproveche su silencio para sincerarme con ella y retirar un poco mi mano de sus labios.

 

-         Si, ayer, tu y Juan. Pasasteis a los probadores, los dos, juntos. Yo os vi, os vi y os sentí.

-         Pero como…., tu….., tu….

-         Si, yo, el imbécil del cual te aprovechas siempre que quieres, que sabes que me tienes para lo que pidas. El imbécil que esta loco por ti ¿Qué tiene el que no tenga yo? A parte de su mujer ¿supongo que ella no sabe nada?

-         Carlos, no sigas, por favor, te lo pido…..

-         No, no quiero. Te deseo. Quiero follarte aquí y ahora ¿No ves como la tengo?¿Que piensas, que a mi me la pone dura cualquier putilla?

 

Agarre una de sus manos y la lleve hasta mi paquete. No se si fue la idea de que la tomara allí, de aquella manera, la que la empezó a seducir o el miedo de que me pudiera chivar a la mujer de Juan ( que era responsable del departamento de personal en nuestra empresa) pero el caso es que bajo mi cremallera y saco mi polla por fuera de mis slips.

 

Sus mano, aunque llena de polvo, me transmitía una sabrosa sensación de placer al notar como empezaba a tirar de ella arriba y abajo, suavemente. Al ver que Marta se había rendido a la situación y a  mi deseo, me deje llevar del todo.  Como pude me fui quitando, bueno, arrancando la camisa al mismo tiempo que mis labios se estaban comiendo su boca, con deseo, con ansia, con pasión. Nuestros labios apenas si estaban separados un segundo mientras su lengua y la mía se retorcían una junto a la otra. Mis manos empezaron a arrancar los botones de su camisa en busca de sus pechos. Al llegar a su sujetador, los saque por fuera, dejándolos colgando  y amasándolos una y otra vez. Sus pezones también querían sentir así que retire mi lengua  de su boca para centrarme en ellos. Ella seguía pajeándome y yo me recreaba mordiendo y chupando unos pezones, unas tetas, que eran un pecado divino.

 

Mis manos eran más sabias que yo y, notando que Marta había abierto sus piernas por completo, se metieron debajo de su falda. Me disponía a introducir uno de mis dedos en su segura, mojada y hambrienta conchita, cuando de repente me dijo:

 

-         No cabrón, el dedo no, cómeme el coño con la lengua que ya lo estoy deseando.

 

Dicho y hecho. Me incorpore un momento para quitarme el pantalón y los slips del todo para lo que ella aprovecho para quitarse la falda, sus braguitas y, abiertas bien de piernas, mostrarme el camino que quería que siguiera. Tumbada en el suelo, con las tetas fuera del sujetador y las piernas bien abiertas me invito a pasar, a pasar mi lengua…, jajajajaj,

 

-         Venga, chupame, chupa mi coño, mi clítoris, chupame toda ¡ya!

 

Inmediatamente cumplí sus órdenes. Me arrodille a sus pies y empecé a pasar mi lengua por su tobillo derecho para, poco a poco, ir subiendo por el interior de su pierna y de su muslo hasta llegar a su ingle. A ella le gustaba. Sus gemidos me  lo demostraban, pero quería mas, quería que llegara a la casilla de meta, tenia prisa. Me agarro del pelo y directamente llevo mi cabeza y mi lengua a la puerta de su coño. Lo tenía rasurado en gran parte, aunque aun mantenía unas finas filas de pelitos. Eran castaños y se notaba que los tenia muy bien definidos, se notaba que cuidaba con mucho esmero esa parte de su cuerpo. Empecé a pasar mi lengua de  abajo  a arriba por sus labios. Al llegar arriba del todo pasaba también mi lengua por su rosado clítoris. Gemía. Mantenía las piernas bien abiertas pero se había llevado sus propias manos a sus tetas. Se las estaba sobando bien e incluso intentaba  besarse sus propios pezones. Aquello me animo en mi labor y ahora en vez de pasar mi lengua chupaba sus labios y tiraba de ellos. Dios que gritos daba. Su cuerpo se iba retorciendo de placer a medida de que yo iba aumentando el ritmo de mis labios. Fue entonces cuando le arranque varios pelos del coño de un mordisco a lo que ella solo pudo exclamar “aggggggggggggg, hijo p……” y subí mi lengua y mis labios a su clítoris nuevamente. Lo chupaba, lo mordía, lo besaba, lo absorbía. Me gustaba chupárselo y me gustaba oírla gemir. Quería que se corriera y para ello necesitaba más. Introduje dos dedos en su encharcado coño. Los metía y sacaba rápidamente mientras no paraba de jugar con mi lengua en su clítoris. El ritmo cada vez mas veloz iba tensando su cuerpo. Notaba que el final estaba cerca, muy cerca. Marta soltó las manos de sus tetas e impulsivamente volvió a cogerme del pelo, cerró sus piernas, y me ordeno que chupara más y más rápido. Casi no podía respirar pero me daba igual. Estaba allí, prácticamente desnudo, comiéndole el coño a la mujer que deseaba y ella lo estaba disfrutando. Tanto lo gozo que cuando se corrió al final en mi cara, con la fuerza de sus piernas, casi me voltea del todo  en el suelo.

 

Mis labios, mi lengua y toda mi cara, estaban empapados de su corrida, de su flujo, de ella. Estábamos los dos prácticamente desnudos y encharcados en sudor. Mi cabeza ya descansaba en su vientre mientras  ella mantenía sus piernas cerradas intentando seguir sintiendo aun la sensación de placer que le había dado. Ahora me tocaba a mí.

 

(continuara)

sábado, 7 de agosto de 2010

EL PROBADOR

Aquel no era mi sitio. No, no lo era. Yo trabajaba en la sección de caballeros pero nunca supe decirle que no a Marta, sabía que era mi debilidad y ella lo utilizaba para aprovecharse de mí. Me dijo que tan solo iba a  tardar unos 15 minutos en hacer un recado y ya llevaba más de 45 fuera de su puesto. Pero claro, allí estaba yo el tonto de Carlos, el único dependiente en la sección de lencería de mujer, cubriéndole las espaldas a Marta, dejando su  propio puesto desamparado.

 

El resto de compañeras me miraban cuchicheando entre ellas y yo no sabia muy bien el que hacer. Había estado ordenando unas cajas de muestras en unas estanterías para matar un poco el tiempo pero esta chica seguía sin aparecer, estaba acabando con mi paciencia. La verdad, es que además de nervioso, me estaba poniendo colorado. Los cuchicheos de las compañeras de Marta habían dejado paso ya a miradas picaras y malévolas, no tan solo de ellas, si no de alguna de las clientas que estaban buscando entre las estanterías.

 

No sabía para donde moverme, no sabía por que demonios  estaba allí. Bueno, si lo sabía. Me gustaba Marta y los hombres pensamos con lo que pensamos. Es nuestro punto más débil del cual las mujeres se saben aprovechar muy bien.

 

Fue, entonces, en este estado de meditación absurda, cuando, derepente, entro ella. Era una mujer alta, un poco más que yo. Morena, de pelo muy largo, con unos ojos castaños infinitos, con una mirada triste pero a la vez muy sensual. Su cuerpo no era demasiado llamativo pero el movimiento de sus curvas, de sus piernas, de toda ella, al andar, me habían excitado de un modo casi juvenil. Acaba de tener una erección espontánea. Me quede embobado. No sabía que hacer, ni que decir. Me había pegado como un flash y estaba  un poco jilipollas. ¿Cómo podría acercarme a ella para conocerla?

 

No pude, no me dio tiempo de idear nada. Se acerco en aquel mismo momento con unas braguitas rojas a la zona de probadores y se perdió cortina  adentro ¿Y si….? No, no, no podía hacer aquello que estaba pensando, era demasiado arriesgado pero ¿y si  no la volvía a ver? No se como me arme de valor pero aparentando que me dirigía al almacén me colé en el pasillo de probadores. No había nadie. Todas las puertas estaban abiertas menos la última de final, que hacia recodo y quedaba fuera de la vista. Me acerque sigilosamente, muy despacio, y como un chiquillo que se cuela por primera vez en el vestuario de las chicas a espiarlas, y me puse a mirar a trabes de un pequeño agujero que había en la puerta.

 

Se estaba quitando aun la camisa, muy despacio, para depuse  ir desabrochándose  cada botón de su camisa blanca,  mostrando un  sugerente sujetador rojo de lencería (yo la veía a través del espejo). Sus pechos eran enormes y su piel estaba toda morena, seguramente hacia topless. A continuación se bajo su negra falda y vi como a penas un fino hilo de un tanga negro cubría su hermoso y probablemente, muy sabroso culo.

 

Era maravilloso. Allí estaba yo, con el corazón en un puño, muerto de miedo por si me pillaban, contemplando a aquella esplendida mujer que estaba ahora parada frente el espejo, admirando su propia hermosura. Estaba de pie, con sus tacones, sus medias de cristal, sus braguitas y sujetador mirándose y…., fue entonces cuando se empezó a tocar.

 

Mi polla que hacia un rato que ya estaba un poco dura, empezó a salirle de mis slips. Mi bella desconocida, que posteriormente me entere que se llamaba Pamela, empezó a acariciarse con sus manos por encima de su sujetador. El aire acondicionado, que la verdad, estaba un poco alto, había ayudado a que sus pezones se hubieran puesto duros. Eran como dos balas que querían salir disparadas  atravesando la tela de su sujetador. Se bajo lentamente los tirantes, y dejándolos caer hasta la altura de su vientre, pude contemplar dos magnificas tetas, duras, naturales y que seguramente estarían muy ricas.

 

Instintivamente empecé a masturbarme, despacio, sin hacer ruido, agachado casi de rodillas. Que hermoso espectáculo, que hermosa era. A continuación  hizo algo aun más sorpréndete. Se agacho hasta su bolso y saco de el un móvil, lo coloco encima de una silla y lo puso a grabar. La muy guarra iba a hacer un video, maravilloso.

 

Volvió a ponerse en frente del espejo. Se quito por fin del todo su sujetador. Sus pezones lucían duros, perfectos, en unas tetas bien paradas, hacia arriba y que se notaban perfectamente que eran naturales. Sus manos empezaron a masajear sus pechos de arriba hacia abajo, haciéndose pequeñas caricias. Su lengua recorría sus labios llenándolos de saliva y sensualidad. Me costaba estar en silencio. Mi respiración se agitaba cada vez mas al mismo ritmo que mi mano aumentaba su velocidad. El calor en mi cuerpo recorría cada uno de los poros de mi piel. Por fin bajo su mano derecha por su ombligo y metió sus finos dedos debajo de su braguita. Le gusto. Un intenso gemido y una sensación de placer en su rostro anunciaban que sus dedos eran sabios y que seguramente le habían acariciado como ella tan solo sabia hacerse su, seguramente, suave clítoris. Su mano izquierda no quería quedarse atrás y dejo las caricias para  empezar a tirarse de los pezones, sus piernas se abrieron y su mano dejo de jugar con su clítoris para bajar mas profundo. Ya gemía más alto. Eso me permito a mí también olvidarme de no hacer ruido y dejarme llevar un poco. Era maravilloso aquel espectáculo. Su cuerpo se balanceaba de un lado a otro. El ritmo era cada vez mas fuerte, estaba gozando y yo con ella, dios, me iba a correr en los calzoncillos pero no me importaba, solo importaba ese momento. El cuerpo de ella cedió un poco y se pego encima del espejo del probador, su pelo cubría casi toda su cara y sus manos no paraban de darle placer. Apenas si podía ver algo en el espejo, pero me daba igual. Sus gemidos y ese culo en pompa que no para de moverse al ritmo que le marcaban sus propios dedos,  me bastaba para seguir pajeándome.

 

Cada vez gemía más rápido. Seguro que se iba a correr pronto. Yo quería correrme con ella, así que cogí su ritmo. Que paja mas rica iba a ser, que delicia, agggggg, ya notaba como mis huevos se empezaban a comprimir un poco y mi polla empezaba a  avisarme que el final estaba lejos. Que pena que aquella leche se fuera a desperdiciar. Seguro que esos labios podían haber dado buen recaudo de mi semen y una buena pasada a mi glande pero no hay que ser avaricioso. Aquel espectáculo era un regalo de los dioses, iba a correrme, lo notaba, faltaba poco, muy poco, a ella también…..,

 

Fue entonces cuando pare de golpe, ella también lo hizo. Alguien había pasado al pasillo de los probadores. Su cara se había quedado pegada al espejo y sus labios se sellaron para parar de gemir. Había entrado una mujer. Yo tenía mi polla en mi mano, apunto de explotar. No se como pude controlarme y evitar el correrme en aquel  mismo momento, sobre todo por que aun me había excitado mucho más. Estaba acojonado. Me iban a pillar allí con los pantalones casi en el suelo y con la polla en la mano, pajeándome con la masturbación de una cliente, que cagada dios mio.

 

El probador que estaba a continuación del nuestro se abrió. Como yo estaba en el recodo no me vieron, Al principio, por el miedo a que me pillaran, no me había dado cuenta, pero era Marta la que había entrado al probador, y, no había entrado sola ni tampoco con ninguna clienta, era una  voz masculina y hablaban muy bajito. Pamela mientras tanto se había sentado en el suelo, dando la espalda al espejo y mostrando sus ya sudorosas tetas a la cámara del teléfono y a mí. Abrió bien, muy bien, sus piernas e hizo a una lado sus bragas, empezando a tocarse otra vez su clítoris y sus labios vaginales, pero en silencio, muy, muy en silencio y mostrando todos los detalles a la cámara que no dejaba de grabar.

 

Marta y su acompañante mientras tanto no perdían el tiempo…..

 

-         Eres un cabrón, anoche te estuve esperando hasta las dos en mi casa y no apareciste.

-         Lo siento, no puede cariño ( era la voz de Juan, el supervisor de planta).

-         Ya, y una mierda. Yo tengo los tíos a patadas ¿ sabes ? Tú crees que una tía como yo se la puede dejar a medias, con la cena preparada y con ganas de  pasarlo muy bien ¿Qué pasa? ¿Qué te has cansado ya de mi o que tienes a otra? ¿ O que te estas follando a tu mujer otra vez?

-         No te enfades mi vida. Ya sabes que tú eres la única que  la pone dura. No pude escaparme ayer al final, ya te lo dije en el mensaje. No te enfades, te lo compensare, ya lo sabes….

-         ¿A si?

-         Claro esta noche  intentare escaparme ¿ Te apetece que te lleve a cenar ?

-         Si, pero  para esta noche queda mucho tiempo. Quiero un adelanto. Quiero que me folles aquí y ahora.

-         ¿Estas loca? ¿ Que quieres que nos pillen ?

-         ¿ Acaso temes que se entere tu mujer? ¿ La temes mucho verdad?

-         No me jodas Marta, ya sabes lo que hay…

-         Ya, ya lo se, y no pido mas,…., pero estoy recachonda y tu polla también lo esta, se nota ya empalmada debajo de tus pantalones. Me lo debes cabrón,,,,,

-         No se, no se….

-         ¿Vas a dejar pasar esta oportunidad? Toca aquí debajo ¿no ves que me excita la situación de que nos pillen? No ves que ya las tengo húmedas ¿Me vas a hacer que busque otra polla? Mira que no aguanto sin correrme hasta esta noche.

 

De pronto se hizo el silencio. Yo había seguido contemplando la escena de Pamela, allí, metiéndose directamente sus dedos en el coño y sobándose las tetas, mientras no perdía  el hilo de la conversación. Pero el silencio duro apenas unos segundos, dejando paso a profundos gemidos. Aparentemente el capullo de Juan le estaba metiendo bien la polla a la zorra de Marta. Creo, me imagino, que ella estaría sentada a horcajadas encima de el, cabalgándole bien, mientras el disfrutaba de sus inmensos pechos. El apenas si decía algo pero Marta si, ella si decía. Susurraba que era una puta, una zorra, que la encantaba que la cogieran allí, de esa manera, que quería sentir toda su leche, gemía, suspiraba, pedía mas, mas polla,  mas caricias, mas de todo….

 

Pamela no pudo reprimirse y sus dedos cogieron el ritmo de Marta y de Juan. Seguramente ella también habría preferido que en vez de sus dedos, haber tenido entre sus labios vaginales una  buena polla que la penetrara una y otra vez. Yo también hubiera preferido estar dentro en vez de fuera y tener mi polla en  su coño en vez de cogida por mi mano. Pese a todo se la notaba muy caliente. Los gemidos de “nuestros vecinos” la estaban ayudando a excitarse cada vez más. A mi también. Nos quedaba muy poco. Fue entonces cuando me regalo una imagen maravillosa, bajo la mano que tenia en sus pechos e introdujo el dedo gordo dentro de su culo, dándole el mismo ritmo que los dedos que perforaban su coño. Su cuerpo se estremeció y su cabeza se hecho hacia delante. Tubo que morderse los labios para no gritar. Su cuerpo estaba ardiendo y totalmente desparramado por el suelo del probador. Yo tenía  la polla a punto de explotar. Saque unos clínex de mi camisa y me dispuse a  correrme.

 

Marta y Juan empezaron a jadear mas rápido,  todos íbamos más rápido, mucho más, con mayor intensidad. Faltaba poco, ya casi, ya empezaba a notar como los huevos se me empezaban a encoger y por fin nos corrimos los cuatro al mismo tiempo.

 

Marta chillo de placer diciendo “ agggggggggggggg, me corro cabrón, tu leche, aggggggggggggggg”. Pamela también chillo de gusto y pude ver como de su coño se escapaba un chorro de liquido que lleno por completo el suelo. Yo al ver aquello explote y solté tal grito de placer que no me extraño que mi semen inundara por completo mis clínex y mi mano. Mis huevos habían desaparecido los dos, estaban dentro…..,

 

Nos habíamos corrido los 4. habíamos gemido y gritado, si. Nos habíamos dejado llevar por nuestros calores y deseos pero algo era ya evidente. Todos éramos conscientes de que no estábamos solos ¿ que iba a ocurrir? ¿ que mierda iba a pasar ahora?

 

Marta y Juan, se les oyó como se vestían lo mas aprisa posible. Estaban callados, no decían nada. Pamela también estaba callada y recogía rápido, en silencio. Yo no sabia que hacer ¿ a donde iba , a donde me escondía? Entonces    la puerta del probador de ellos y me percate de que se iban casi corriendo. Era la mía. Me subí los pantalones sigilosamente y me escondí en otro probador. Al poco sentí como Pamela habría el suyo y salía corriendo. Yo estaba pajeado pero para nada relajado. La situación me había puesto el corazón a 1000 revoluciones.

 

Abrí la puerta de mi probador y mire a un lado y a otro antes de salir. No se por que me acerque al probador de Pamela. Tal vez albergaba en mi la triste ilusión de que se hubiera dejado olvidado el móvil y poder revivir aquel momento que me había regalado siempre que quisiera. Aun olía a ella, a su perfume, a su cuerpo, a su coño, pero no vi rastro alguno de su móvil aunque si me había dejado un regalito. Observe que algo de plástico brillaba en el suelo y me agache a recogerlo. Era su carnet de conducir. Se llamaba Pamela C.S. Lo cogí y me lo metí en el bolsillo con la ilusion de un crío que roba unos caramelos por primera vez y saben que no le van a pillar.

 

Estaba empapado en sudor, pajeado, con el carnet de Pamela y sabiendo el secreto de Marta. Si estaba empapado en sudor pero quería más, quería más de las dos,  y lo iba a conseguir.

 

(continuara)